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La puntualidad, un valor perdido

Resultado de imagen para la puntualidadPor Ruth Gómez

Hay personas que nos sacan de quicio, es decir todos conocemos a alguien o tenemos un amigo que se pasa de descarado y es capaz de llegar el colmo de tarde. También hay quienes, siempre llegan a tiempo, incluso hasta llegan mucho antes.




La puntualidad es un rasgo de la personalidad, un hábito, incluso más que eso la puntualidad engloba un valor. La puntualidad debería ser una filosofía de vida, un valor que nos dota de características como carácter, orden y eficacia.

La puntualidad es una de las mayores cualidades de una persona, sobre todo en el ámbito laboral, pues la puntualidad más allá de llegar es una norma de respeto hacia los demás y hay que decir que, es una buena carta de presentación en su imagen profesional. Por aquello nos es impensable llegar tarde a una entrevista de trabajo, a una reunión laboral o a una cita de negocios. Al llegar puntuales se habla de un grado de compromiso básico y de la buena capacidad para organizarse. La idea de que “por más que me organizo, no consigo ser puntual” es falsa.

Ser impuntual podría verse con un alto grado de egocentrismo, hay que considerar que el tiempo es un recurso no renovable, por tal razón lo que más molesta de que alguien llegue tarde es la sensación de pérdida de tiempo, es decir, tiempo que podría ser mucho más productivo. Cuando se llega temprano a cualquier cita, es un indicador de que se respeta el tiempo, no solo el suyo sino de la otra persona.

En los países cultural y tecnológicamente más desarrollados, como Suiza, Alemania, Japón, la puntualidad es constante y tal vez por lo mismo, hace que sean países más fructíferos.

Pero ser puntual no es una de las ejemplares virtudes que caracterizan la vida del latino americano, y sobre todo de los ecuatorianos; quién no ha escuchado de “la hora ecuatoriana”. Que supone que los ecuatorianos siempre llegamos, hacemos o empezamos las cosas una hora después de lo acordado. Este es probablemente es un tema reiterativo; y pasa desde en una reunión familiar, de amigos, e incluso en actividades oficiales; donde es “normal” que en la autoridad principal llegue tarde y nadie exprese su malestar o se retire. Esto dice mucho sobre la autovaloración, de lado y lado.

Las personas que llegan tarde suelen sufrir consecuencias negativas en su vida. Los impuntuales suelen desorganizar su agenda y la de sus acompañantes. Esto se le llama el efecto de arrastre, una de las peores consecuencias, pues hay que recordar que la administración del tiempo es una disciplina.
Además cuando alguien se retrasa repetitivamente, sus excusas ya no son creíbles, y tendemos a pensar que sus promesas para la siguiente ocasión, tampoco. La impuntualidad es un motivo de estrés, para quién espera y para quién llega tarde.

En su oficina, encuentros de negocios, citas, etc. distíngase por su puntualidad y tendrá potestad para exigir igual retribución. Evite desaprobación y provocación hacia quien convoca. Cuando se asiste a un evento ya sea familiar o empresarial, recuerde darse su lugar y no permita que lo hagan esperar como es costumbre.

Todos los que deseen llegar a su hora pueden conseguirlo, es cosa de tener la disciplina de estar a tiempo, para cumplir un valor  esencial.


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